«Encuentro El futuro de la Danza» (3ª píldora + inscripciones)

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«Encuentro El futuro de la Danza» (3ª píldora + inscripciones)

LA DANZA DEL FUTURO. ¿EL FUTURO DE LA DANZA…?
Encuentro para el sector de la danza. 9 de diciembre. Barakaldo Antzokia. (Horario de mañana)

 

VIVIR DE LA DANZA
una reflexión sobre la profesión de la danza
desde su dimensión económica y vital

Texto de Jemima Cano

Es complejo analizar la realidad profesional de un sector de la población ya que hay tantas realidades como sujetos, y tantas visiones como momentos. Ahora bien, es cierto que cuando se hace zoom out y una se aleja de los casos particulares hay cuestiones comunes, dificultades compartidas y situaciones habituales que vale la pena analizar si es que se pretende cambiar la realidad para mejorarla o, (sin llegar a tan honrosa intención), si es que al menos se quiere comprender las quejas y vulnerabilidades de un sector como el de la danza.

“Vivir de” se entiende como generar unos ingresos suficientes para lo que vulgarmente se conoce como “llegar a fin de mes”. Comprende también pertenecer a un sector económico, a una clase social (entendida desde la perspectiva de estratificación social por prestigio, conocimiento, educación y hábitos), así como “relacionarse con” o tener un determinado “estilo de vida”.

Y quizá es este “estilo de vida”, visto desde fuera, lo que tanto equívoco provoca. Ya que esta idea preconcebida de que todas las personas profesionales de la danza son de determinada manera, y viven un tipo de vida parecido es lo que subyace a frases que tantas y tantos profesionales de la danza (y otras artes) escuchan a menudo como:  “al menos tú trabajas de lo que te gusta”, “si es tu vocación no es tan duro”, o incluso el “te ofrezco esta colaboración para darte visibilidad”…

Este artículo pretende acercarse a las condiciones en las que las y los (en ese orden de género) profesionales de la danza viven en Euskadi en 2025 y reflexionar sobre los motivos que hay detrás de las diferencias en esas condiciones, porque una cosa está clara: no todas ni todos viven igual, pero no hay ni uno que viva “bien” durante mucho tiempo.

Analicemos ahora con detalle eso de “vivir de” la danza. La mayor parte de profesionales de la danza en Euskadi a fecha de hoy cuenta con formación superior en danza y más de un 70% de ellos adquirió esa formación de modo privado-no se puede olvidar que la Universidad pública Dantzerti apenas ha lanzado al sector 3 hornadas de “licenciadas/os”. Esto demuestra en primera instancia que una persona no se levanta y decide dedicarse a la danza, si no que se forma para ello durante años e invierte dinero en ello.

Este hecho nos lleva a analizar la situación económica de base: el origen socioeconómico. Como ya señalaba un estudio de Karol Jan Borowiecki realizado en Estados Unidos, a mayor renta familiar más posibilidades de convertirte en artista. En Reino Unido un estudio de 2022 llegó a descubrir que solo un 8% de los artistas profesionales vienen de familias “trabajadoras”.

Y es que si tu familia es de clase alta, tu posibilidad de “vivir de la danza”, aumenta. Cuando hablamos de clase alta nos referimos a familias que tienen altos ingresos, una cierta visión compartida de la cultura y que en muchos casos han podido enviar a sus hijos e hijas a formarse fuera (entendido ese “fuera” como el extranjero aunque en generaciones posteriores incluya conservatorios del Estado también).

Pero el tema va más allá. Nos referimos también a familias que han podido sostener o aportar a la economía de sus hijas e hijos en edad adulta, ya fuera con viviendas heredadas o con aportaciones económicas de manera periódica para completar sus ingresos mensuales.

Junto a estos casos, y de nuevo en edad adulta, nos encontramos a personas que por su situación familiar no son el principal sustento de sus unidades familiares, o sea, que tienen parejas con ingresos estables y/o superiores que permiten que ese “vivir de la danza” sea una opción, ya que son ingresos inestables y de menor cuantía que el de sus conyugues.

Este artículo no pretende nombrar a personas individuales con nombres y apellidos, pero estos casos abundan entre las compañías profesionales tanto dentro como fuera de Euskadi. Es más, hace apenas unas semanas en un festival en Baeza, Jaén, el programador comentaba que el porcentaje alto de grandes bailarines versus escasa población en su región se debía a los ingresos generados por la venta del aceite que había permitido que algunas familias pagaran la formación y estancia en el extranjero de sus hijos e hijas; y esto era muy reseñable en una zona con casi nula presencia de danza en programación, formación o divulgación.

Mucho se podría comentar también sobre lo que supone provenir de un entorno de buenos ingresos, con cierta vocación empresarial que alienta al profesional a “pedir lo suyo”, controlar los costes y pensar en rentabilidad; versus otros entornos más dados en fomentar el obtener un empleo estable y un respeto por el “patrón/cliente/institución”. Porque la educación familiar y la filosofía del trabajo varían.

Se supone que debiera existir la opción de ser de familia humilde y avanzar profesionalmente y “escalar” socialmente, pero en el sector de la danza eso solo puede pasar si la clase “de salida” se centra en trabajar en un puesto institucional (o sea, acabar siendo programadora/programador, curador/a, director de la compañía nacional, profesora/r en un centro superior, etc). Sólo en esos casos en los que se puede llegar a combinar un status, una estabilidad y un rango de ingresos alto, podríamos hablar de subir en la estratificación social.

Y la pieza clave aquí de dicha “subida” es la estabilidad.

En el sector de la danza de Euskadi hay varias compañías que han recibido apoyo de Gobierno Vasco para producir con una estructura “empresarial” detrás. Desde que la ayuda bienal tiene esa forma, éstas han sido menos de diez. Pero a excepción de Kukai, ninguna otra compañía o estructura dispone de sueldos asegurados para su equipo a jornada completa que superen el salario mínimo interprofesional fuera del período de una producción-creación. Y cuando estos sueldos están y el personal tiene un sueldo “de la danza”, éste depende de apoyos intermitentes y de proyectos con más o menos éxito pero siempre con fecha de caducidad.

“El origen de la compañía y del creador puede influenciar en las oportunidades de financiación y distribución.
Londres no es Murcia”.

Hofesh Schechter “Political mother”- de Walker art.

Si a esta ayuda a “consolidación” o “ayuda bienal” le sumamos la realidad en la exhibición la realidad es aún más desigual. Podríamos denominar “estar en racha” a disfrutar durante una temporada de un número alto de funciones confirmadas con margen de tiempo, hecho que ocurre con el circuito concertado, la red “a cielo abierto”-o ser seleccionado por “danza a escena” o Platea si se confirman fechas-. No obstante, esto no es lo común. Del total de las socias y socios de ADDE muchos tienen entre 2 y 6 actuaciones al año. Si el precio medio de una actuación es de 3000€+iva (mediana aritmética), y el salario medio por intérprete y/o coreógrafo es de 300€ netos en nómina, esto arroja una realidad triste y es que la mayor parte de las socias y socios reciben entre 600€ y 1800€ netos por girar con su compañía/proyecto al año. ¿Cómo encaja esto con lo conseguido por el Estatuto del Artista? ¿Cómo se soluciona la distancia entre la media de ingresos que da la exhibición de cualquier compañía vasca versus las medidas correctoras impuestas que siguen siendo lejanas a esta realidad?

La solución para “girar más” puede pasar por la promoción y la distribución, por los encuentros entre las personas al frente de la programación y las personas creadoras de danza. Por conocerse, entenderse, interesarse y generar puentes que permitan que haya más diversidad en las programaciones. Pero también por la apuesta institucional por fomentar la presencia de la danza.

Porque claro, también hay compañías que tienen una media de 20 fechas al año (o sea 6000€ netos por actuar al año), o años de 30 funciones y años de 10 funciones, pero apenas hay alguna excepción que cuenta con 70 fechas al año (que resultarían en 21000€ anuales). Es decir, mirando la exhibición sólo en esas excepciones se alcanzaría el mínimo salario interprofesional para sus intérpretes.

Aunque, no sólo de bailar viven las compañías. Por eso se critica tanto la llamada “sobre-producción”, crear aporta recursos.

Y es que lo justo para estimar la realidad económica de los ingresos de una profesional de la danza es sumarle tres ámbitos profesionales más:
-la creación/producción de nuevo trabajo, ya sea propio o ajeno
-la formación
-los trabajos de mediación o de gestión de programas anexos a la danza

Miremos un momento los números que hay detrás de ello. Se producen más de 20 espectáculos subvencionados cada año en las diferentes modalidades de producción de Gobierno Vasco (sin contar piezas no subvencionadas o que nacen en otros programas). En esas producciones las personas creadoras tienden a recibir entre 2500€ y 5000€ netos (según presupuestos presentados a subvención, las justificaciones finales son documentos no públicos).

Junto a las ayudas de Gobierno Vasco, hay otras ayudas a producir como las de algunas instituciones (Diputación de Gipuzkoa, Ayuntamiento de Getxo, BilbaoEszena y co-producciones de la Red de Teatros de Vitoria-Gasteiz); además hay residencias becadas con aporte a la producción por parte de algunos espacios (Legamia en Errenteria y Juana Bizkarra en Getxo).

Este pequeño mapeo indica dos cosas: que hay una concentración de ayudas en determinadas áreas (no es lo mismo crear en Balmaseda o Tolosa que en Algorta o Errenteria); y que a menudo una ayuda se suma a otra, habiendo años en los que se reciben muchos apoyos y años de no conseguir ninguno.

Es decir, de los proyectos escogidos en las ayudas y convocatorias de ayudas a la creación acostumbran a ser elegidos proyectos que cuentan a la vez con ayudas de producción de Gobierno Vasco. El motivo es simple, ninguna ayuda cubre el 100% de un proyecto, y contar con una  financiación diversa lo hace más viable en su totalidad y en el tiempo.

Detengámonos un poco más en esto de la territorialidad. La danza es una disciplina artística que cuenta con apoyo público y que está recogida en la propia constitución (art 14 y 16 de 1985). Pero la manera de aplicar el apoyo a la creación, la promoción y la divulgación difiere en función de la institución local o regional e incluso de las personas al frente de determinada institución. Los últimos años Gipuzkoa ha destacado por una apuesta clara por la danza. A la creación, mantenimiento y crecimiento de Dantzagunea, se le suman agentes clave en el sector como Dantzaz, la apuesta por la profesionalización del sector cultural de Oarsoaldea con Agustinak, la colaboración transfronteriza con el Ballet Malandain Biarritz, etc. La realidad en otros territorios de Euskadi es muy diferente.

Cerrando esos otros ingresos, una nota al pie sobre la mediación y su realidad económica. En 2025 se aprobó del Plan de Derechos Culturales que pretende priorizar aquellas acciones centradas en fomentar la participación ciudadana en la vida cultural, disminuir las barreras socioeconómicas, territoriales (con una mirada puesta en lo rural), de género o discapacidad, entre otros objetivos. Si este Plan gana dimensión financiera y de gestión dentro del Ministerio de Cultura, sí se augura cierto aumento en los ingresos de aquellas compañías que trabajan la mediación y la sensibilización de manera regular. Y esto sí puede mejorar ese “vivir de la danza” para quienes no encajan tanto en las subvenciones o en la exhibición más pura, siempre que permee en las instituciones vascas de diferentes escalas.

Mercartes: Conseguir distribuir un espectáculo depende del mercado pero también de las relaciones,
en clave positiva por confianza o en clave negativa por clientelismo.

@gerardosanz de la web de Faeteda

Sigamos pues con ese otro gran eje: el mercado. Pareciera que la danza es ese arte efímero, frágil, poético que vive al margen del capitalismo, de tendencias, algoritmos y del ritmo frenético de crear productos, exponerlos, exprimirlos y hacerlos caducar, pero no es así.

Cuando una estética, poética, técnica o incluso coreografía calcada de ciertos coreógrafos (sí, en masculino), se impone en el mercado, aquellas compañías o creadoras/es que los usen tendrán más posibilidades de ser programados.

No se aspira aquí a enjuiciar si cada espectáculo creado debe ser 100% inédito, pero sí hay que señalar que en una mirada rápida a determinados festivales (sobre todo los que programan en calle y se organizan de manera conjunta) es palpable que hay cierta homogeneización entre las propuestas (calcetines de colores planos a media altura, movimientos de inspiración israelí, estéticas flúor o pretendidamente queer, etc).

Es decir, será más fácil “vivir de la danza” (al menos durante un verano) si el espectáculo que se crea sigue determinadas tendencias que hacen “match” con lo que el mercado “apoya”. Sí, la danza también es un producto, y hay productos que se buscan, y otros que no.

No se está afirmando aquí que no hayan espectáculos tan buenos, tan universalmente bien hechos que cambien esas lógicas de mercado, pero el acceso al mercado no es inmediato, y eso de “estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado” es cada vez más complejo.

Y es que el mercado no sólo se centra en los “productos”, si no en las relaciones. No podemos obviar que conseguir distribuir un espectáculo requiere de muchas herramientas del marketing más tradicional: relato, canal, prestigio, cartera de clientes, legitimidad, etc. Y en esas relaciones entran en juego cuestiones como los contactos, el afecto, el poder y la seducción. En este sentido, reaparece el impacto de la clase y el origen, pero también de cuestiones más sutiles como la legitimidad natural que se le da a un creador por encima de una creadora, la asociación entre lo queer y la homosexualidad blanca, o los estereotipos (que la distribuidora sea una mujer joven y atractiva… por poner el más manido).

Este juego de relaciones puede usarse en buen sentido, generando una red de confianza con personas o instituciones que confían y se alían con personas creadoras de la danza, o bien devenir un sistema de favores, de clientelismo o de intercambio de influencias. Todo esto es frecuente en los negocios y en la sociedad de hoy, por lo que también atraviesa la realidad de la danza.

El talento importa, porque hay piezas que todo el mundo quiere programar,
pero el talento sigue necesitando visibilidad, recursos y altavoces.

Foto de @martialbesa para ACieloAbierto. Álvaro Murillo -8Km en mula

Y claro está y no lo vamos a olvidar, también está el talento. El ingenio, la maestría, ese algo que no se puede explicar que hace que una propuesta artística sea excelente. Sí, excelente, que destaque, que todo el mundo la quiera programar, ver, comentar o, incluso, plagiar. Porque se supone que ser artista va de tener talento. Y ese talento es escurridizo, no porque se cultive con horas de ensayo, éste crece exponencialmente de manera automática, pero está claro que de ideas buenas no ejecutadas, están los cajones llenos. El talento en la escena de la danza vasca es numeroso, es fértil y es compartido. Los espacios de intercambio, práctica y experimentación están floreciendo los últimos años, como es ejemplo la aparición de Bobo Espazioa o Mutis, por nombrar alguno; pero este talento sigue necesitando de visibilidad, de recursos y de altavoces.

La precariedad se combate con recursos (también sobre todo fomentando una mayor contratación) pero también con justicia, con un reparto más igualitario y con medidas que corrijan las desviaciones del sector y de la sociedad en la que vivimos y que afectan al sector de la danza.

La manera de que esto ocurra pasa por la acción colectiva, que asociaciones como ADDE pueden liderar, pero también pasa por la acción institucional, de administraciones locales, diputaciones y gobierno; y ante todo pasa por la acción individual.

Lo dicen los sindicatos y lo dice la lógica, el problema no está siempre fuera y sólo fuera. Únicamente combinando la afiliación, la solidaridad, la presión pública y la formación continua estaremos haciendo todo lo que está en nuestro poder para erradicar esa precariedad.

Jemima Cano

ABIERTAS LAS INSCRIPCIONES DEL ENCUENTRO

Encuentro dirigido a toda persona relacionada/implicada en el ecosistema de la danza. Artistas, instituciones, agentes culturales. Podéis inscribiros en este formulario:

Encuentro impulsado por la comisión de creadoras de ADDE con el apoyo y la colaboración de Gipuzkoako Dantzagunea, SAREA, el Teatro Barakaldo, Dantzalabea y el Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco.

«Encuentro El futuro de la Danza» (1ª píldora)

«Encuentro El futuro de la Danza,» (2ª píldora)